miércoles, 16 de marzo de 2011

Un bosque de cerillas en una manzana verde


Así están las cosas. Llevamos poco más de doscientos años de desarrollo industrial, algo menos de medio siglo de desarrollo nuclear y esto es tiempo suficiente como para habernos convencido de que el mundo ha sido siempre así de nuevo y cambiante. Llegamos a creernos de que nos comíamos el mundo. Los ecologistas, los verdes, los izquierdistas, los flower powers hablaban de los daños que podríamos causar a la Tierra, hablaban de efectos invernaderos, capas de ozono y cambios climáticos. Pero la Tierra es inmensa, es una gran manzana verde, que, lejos de podrirse aún espera madurar. Y nosostros solo somos unos minúsculos ácaros que plantan cerillas en ella para sazonarla.

La Tierra sigue felíz soñando en el día donde esté sana y madura. Ignorantes, nosotros tenemos que preocuparnos, pero no precisamente por ella.

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