Así están las cosas. Llevamos poco más de doscientos años de desarrollo industrial, algo menos de medio siglo de desarrollo nuclear y esto es tiempo suficiente como para habernos convencido de que el mundo ha sido siempre así de nuevo y cambiante. Llegamos a creernos de que nos comíamos el mundo. Los ecologistas, los verdes, los izquierdistas, los flower powers hablaban de los daños que podríamos causar a la Tierra, hablaban de efectos invernaderos, capas de ozono y cambios climáticos. Pero la Tierra es inmensa, es una gran manzana verde, que, lejos de podrirse aún espera madurar. Y nosostros solo somos unos minúsculos ácaros que plantan cerillas en ella para sazonarla.
La Tierra sigue felíz soñando en el día donde esté sana y madura. Ignorantes, nosotros tenemos que preocuparnos, pero no precisamente por ella.
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